jueves, 5 de septiembre de 2013

Pastor evangélico decide quedarse en Siria a pesar del riesgo

Pastor evangélico decide quedarse en Siria a pesar del riesgo


Un pastor bautista en Siria, cuya identidad ha sido protegida por seguridad, escribía un mensaje claro a su agencia misionera: “Yo me quedo. Me dicen que me vaya, que emigre, pero – insiste - yo les digo que me quedo”.

Se trata de uno de los muchos pastores evangélicos que siguen sirviendo a la iglesia en Siria, en un contexto bélico interno que reconocen como su campo de misión. “Me quedo para la iglesia, para llevar el mensaje de Jesús como una luz a los perdidos y asustados”, dijo el pastor. “Me quedo porque la mies es mucha. Me quedo para servir a los necesitados”.

“A pesar de que estamos viviendo en tiempos difíciles, no debemos dejar de ser fieles a nuestro Señor”, expresa en la misiva, dada a conocer por diferentes ministerios este fin de semana.

En los últimos dos años se cuentan 5 millones de desplazados internamente y unos 2 millones que se refugian en las naciones vecinas (Turquía, Irak, Líbano y Jordania). De estos, la mitad son niños, según informaron hace quince días las agencias de la ONU, Acnur y Unicef.

“Lo que está en juego es nada menos que la supervivencia y el bienestar de una generación de personas inocentes”, dijo entonces Antonio Guterres, de Acnur. “La juventud de Siria está perdiendo sus hogares, sus familias y su futuro. Incluso después de haber cruzado la frontera llevan consigo traumas, depresión, y realmente necesitan una razón para la esperanza”. El secretario general visitó esta semana el campo de refugiados de Domiz, en Irak, donde han llegado casi 50.000 personas en los últimos siete días.

En Beirut, capital de Líbano, se nota la cada vez más notoria presencia de refugiados sirios. Un voluntario cristiano que ayuda en la atención de estos desplazados cuenta sus sensaciones, según recoge Baptist Press: “Estamos hablando de niños que han visto terribles asesinatos, han oído historias de violaciones y torturas. Han perdido trágicamente hasta la última gota de esperanza. La mayoría de ellos sólo quieren seguir con vida, y algunos días no quieren siquiera eso”.

En este sentido, las misiones cristianas intentan mostrar que aún “hay esperanza” para aquellos que han huido de la guerra. “Cada familia tiene una historia trágica que contar. Podemos aprender a llorar con los que lloran y escuchar con atención y obediencia a lo que Dios está llamando a sus siervos a hacer”, dijo Don Alan, responsable de una agencia misionera en Oriente Medio.

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